Sí, con todo y que hoy es domingo no dejo que termine la semana sin la entrada correspondiente. Esta semana toca un poema acerca de una curiosa confusión, no diré más.
Hambre de ti
Lo siento a cinco dedos del ombligo
igual que aquella vez que iba a morir.
Recuerdo cómo el coche,
el destino hecho metal,
llenó en cámara lenta el parabrisas,
después, por un segundo, lo sentí:
el mismo vacío que siente
mi alacena el día de hoy.
Aquél mismo vacío que me dejó
saber que a ti ya no te interesaba
tan si quiera conocerme y
menos mirarme a los ojos.
No hay nada de comer en la nevera;
ni pan, ni queso, amor, ni tu presencia.
Cómo recuerdo aquél auto,
el choque y también tu sabor.
No sé si te confundo con el hambre,
tal vez no es mi dolor y es ansiedad,
pero el vacío está presente
sea por comida o amor.
No sé de qué es el peso con qué cargo,
quizás sea tu partida o que estoy débil.
Nena, me matas de hambruna y
sé que no vas a volver.
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