Sucedió en Salamanca
A las orillas del río Tormes me senté en la noche vagabunda,
contemplaba tu ausencia y mi presencia, tu belleza y mi fealdad;
la forma en que el aire castellano tornó mi fuerza en debilidad.
-Malditos sean los hombres hacedores de fronteras y dinero,
porque aunque las distancias separan, el hombre lo hace primero.-
Poética la imagen, absurda e irreal,
pues pasé toda la noche esperándote en el umbral.
Sorprendida al verme te despediste de mí,
deseándome buena suerte y prometiendo escribir.
Dos besos y un abrazo y te fuiste igual que como llegaste,
me di cuenta de que en dos segundos abruptamente te esfumaste.
Desesperado y frustrado entré en un estado de crisis.
Corrí hacia la estación, enserio que corrí.
Llegué antes que tú, antes del amanecer.
No te veías sorprendida al verme.
Me tragué el orgullo y te lo dije: tu me manques.
Una sonrisa compasiva se pintó en tu rostro.
La petición era inevitable: un beso,
sólo uno, c’est tout de que j’ai besoin.
-No, no quiero, escribiré, lo prometo, mi tren se va, adiós-.
Rápido y sagaz, el corte perfecto de una katana samurai.
Gotas y gotas de precipitación lagrimal,
-tú eres fuerte, recuerda que era irreal.
Tú en Lisboa, yo en Madrid;
yo en México, tú en Basel.
No era posible, demasiado novelesco,
aún no sé si soy ridículo o sólo lo parezco.
Un asunto pendiente le quedará a mi vida,
conocí a una tal Assunta y mi alma quedó dolida.
Sucedió en Salamanca, en tierra de lazarillos;
ahora ya no hay nada, sólo un río y sus puentes amarillos.
2 comentarios:
Luce chingon w, esta chilo el encabezado tambien.
Cuidate!
Sucedió en Salamanca me dejó conocerte un poquito más. Un simple momento en el que todo lo que se necesita son dos besos y un abrazo.
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